Primero vamos al traid, después nos bajamos en Oxford St. para ir a LIBERTY, en Regent Street, en el distrito londinense de West End. A primera vista nadie diría que se trata de una enorme tienda, ya que la preciosa fachada de su edificio, de estilo Tudor y decorada con vigas de madera, más bien se asemeja a una gigantesca casa de muñecas.
El origen de los almacenes Liberty se debe a Arthur Lasenby Liberty, un comerciante que en 1875 compró media tienda en Regent Street para comercializar telas, adornos y otros objetos de arte que importaba de Japón. En sólo un año consiguió comprar la otra parte de la tienda, y en los años siguientes continuó creciendo, ampliando la gama de productos y adquiriendo los edificios adyacentes.
Uno de sus mayores logros durante sus inicios fue la estrecha relación que consiguió entablar con numerosos diseñadores ingleses, especialmente con los que en 1890 predicaban el Art Nouveau o modernismo, caracterizado por telas con motivos de plantas y flores. Surgió así el famoso estampado de pequeña flores denominado Liberty.
El interior de los almacenes está en consonancia con su fachada. La exclusividad y la tradición se entremezclan para crear un ambiente sosegado, donde destacan sus pulidos suelos y las espectaculares escaleras de madera, con unas galerías que dan al patio central, donde cuelgan unas espectaculares lámparas. La iluminación suave, la decoración exquisita y el encantador trato de sus dependientes invitan a recorrer sus espacios sin prisa, contemplando y disfrutando de todo.
Después nos vamos a Camden town, mercadillo más acorde con nuestra economía, donde compramos los últimos detalles que nos faltaban, y nos hacemos una foto con Amy Winehouse, que nos encontramos por casualidad mientras esperamos a Miguel.
Aquello es un laberinto de callejones y de puestos de todo tipo.
Volvemos y comemos en casa, pero Miguel y yo nos escapamos a Notting Hill hasta las seis, que volvemos y hacemos las maletas y limpiamos la casa.