Existe este museo dedicado a su figura en el distrito de Holborn, instalado en la que fuera su vivienda familiar durante casi tres años, de 1837 a 1839. Es un edificio de cuatro plantas estilo georgiano donde se conservan todo tipo de objetos y manuscritos del ilustre escritor, como plumas, cartas, muebles, una interesante colección de pinturas y ediciones originales.
Una de las pinturas más destacadas es el retrato inacabado del escritor que realizó RW Buss y que se conoce como Dream Dickens. En él aparece Charles Dickens en el estudio que poseía en Gads, la casa de campo que el escritor tenía en la localidad inglesa de Higham, en el condado de Kent. En la vivienda que hoy ocupa el museo vivió Dickens con su esposa Catherine y los tres hijos nacidos hasta ese momento (llegó a tener hasta 10 hijos). De hecho, dos de sus hijas, Mary Kate y Macready nacieron en esta casa. Compartieron su hogar en esta época un hermano de Dickens, Federico, y una hermana de su esposa, María.
También fue aquí donde Charles Dickens escribió obras como Oliver Twist y Nicholas Nickelby, finalizó The Pickwick Papers, y comenzó a escribir Barnaby Rudge.
Entramos gratis gracias a las tarjetitas del Museo de Rocío. Cada habitación hay una rejilla por la que se escucha el sonido que había en tiempos de Dickens.
En la planta baja está el comedor, con la mesa puesta como si Charles fuera a entrar de un momento a otro, y por la rejilla escuchamos el ruido de los carros que pasaban por la calle y el pregonar de algunos mercaderes, y la sala de costura de Catherine, con sus hilos, su bastidor y todas sus cositas se escuchaba cómo contaba las puntadas y el ruido de sus tijeras.
En el sótano la parte del servicio: cocina, lavadero (con una lavadora manual la mar de curiosa que era un verdadero adelanto en su época), la bodega (con una lista de las botellas que tenía, algunos de ellos vinos españoles, y una rata fosilizada) y la alacena.
En la primera planta están la sala del piano y la biblioteca de Dickens, con el escritorio donde redactó sus libros y una gran biblioteca. También hay un atril desde el que Charles leía sus textos al público.
Arriba, los dormitorios de los adultos. Hay una silla que era como un retrete, y la cama de Dickens, que tenía que ser bajito a juzgar por su tamaño. También hay un pequeño cuarto con una bañerita en la que cabía sentado, junto a una chimenea para calentar el agua y que no se nos congelase al lavarse.
La parte más coqueta es la superior, donde dormía la nanny y los niños. Tienen la ropita preparada en el armario junto a un espejo, y los juguetes. En el dormitorio del servicio la colcha de la cama tenía serigrafiados textos de Dickens.
En la escalera está escrito con unas letras preciosas el testamento de Catherine, con las cosas que le legó a cada uno de sus herederos: "a mi hijo Charles, el vaso de plata...".
Y abajo, un coqueto jardín que está transformado en una cafetería, con unas tartas de lo más apetecibles. En el jardín hay una lápida detrás de un rosal, es de uno de los ilustradores de las obras de Dickens, Robert Seymour. El caso es que desde sus primeras publicaciones por entregas semanales o mensuales éstas ofrecían un par de ilustraciones que animaban el texto. Tan importante era para Dickens el soporte visual de sus novelas que todas, salvo dos –Tiempos difíciles (1854) y Grandes esperanzas (1860–1861)-, se publicaron originalmente con ilustraciones. La fórmula tuvo un éxito notable.
La relación de Dickens con Robert Seymour, otro de los afamados dibujantes de los años 30, no pudo durar más que las tres primeras entregas (siete dibujos) de su primera novela, Papeles póstumos del Club Pickwick (1836-37). La relación fue breve porque el artista se suicidó. Algunos acusaron injustamente de esta desgracia al novelista y a los editores Chapman & Hall, que horas antes de que Seymour se descerrajase un tiro habían discutido con él por no estar satisfechos con el ritmo de su trabajo. La muerte del dibujante originó un grave problema porque ponía en peligro la fórmula exitosa de una historia narrada por capítulos/grabados por la que habían apostado. La nueva entrega fue encargada a Robert William Buss (dos dibujos), pero su trabajo no satisfizo ni a los editores ni a Dickens, por lo que finalmente hubo que buscar un nuevo ilustrador para la siguiente. El polémico libro lo terminó el dibujante Hablot Knight Browne, que tomó desde ese momento el sobrenombre de “Phiz”.
Tras permanecer tres años en esta vivienda, Dickens y su familia se trasladaron a una vivienda mucho más lujosa pero, curiosamente, el único edificio relacionado con el novelista que permanece en pie es este que alberga su museo.
En el año 1923, la casa se encontraba en un estado tan lamentable que amenazaba ruina, y el ayuntamiento estuvo a punto de demolerla. Gracias a la intervención de la Hermandad Dickens se salvó la vivienda. Sus miembros compraron la propiedad y renovaron el edificio, convirtiéndolo en el actual museo. Durante el año 2012 el museo de Charles Dickens permanece cerrado para ser totalmente renovado, reabriendo sus puertas en diciembre de este mismo año. Nos encantó, y nos entraron ganas de leer sus obras.
Paseamos por las calles cercanas siguiendo la ruta, pero nos entra hambre y casualmente nos topamos con una calle llena de restaurantes, EXMOUTH MARKET. Es una pequeña calle semipeatonal, con tiendas muy bonitas de cosas de diseño, y una peluquería con un nombre muy gracioso: Barber Streisand.
Hay muchísima oferta, y al final nos metemos en uno que se llama SWEET. Allí, sentados, curioseamos un plano que he cogido del museo de Dickens, que se llama "La milla de los Museos", donde aparecen museos poco conocidos de Londres. Nos llama la atención uno y decidimos cambiarlo por la ruta de Dickens.
Camino del metro pasamos por un local que se llama Free word, que parece ser un lugar dedicado a las palabras. En la puerta hay una pizarra en la que ponen una palabra cada día y lo que significa. La de hoy es:
EXCEREBROSE (adjetive) BRAINLESS: HAVING NO BRAIN
También pasamos por un curioso pub llamado Betsey Trotwood, en una casa muy bonita.
Descendemos del metro junto al Támesis, y nos encontramos de pronto con un gran edificio, que resulta ser nuestra meta: SOMERSET HOUSE. Es uno de los grandes edificios históricos de Gran Bretaña. Está situado en la orilla norte del Támesis, frente al National Theatre de Londres, en la parte Sur de The Strand. Construido en el siglo XVIII por Sir William Chambers, albergaba originalmente oficinas gubernamentales, sociedades científicas y la Oficina Naval. Recientemente, gracias a una inversión de 48 millones de libras, Somerset House se ha convertido en hogar de diversos museos, restaurantes y cafés. Dos de los museos más conocidos son el Courtauld Institute of Art y el Gilbert Collection of Decorative Arts. Además es la sede de la Royal Society of Literature.
Vamos al COURTLAND INSTITUTE OF ART. Un verdadero descubrimiento. La colección es magnífica desde el principio hasta el final, y el edificio que la aloja precioso, con los techos pintados y una escalera ovalada.
Entre otras joyas está el retrato de Van Gogh con la oreja cortada, o el cuadro de Manet de la camarera del Folies-Bergere, pero la lista de cuadros nos deja con la boca abierta: Cezanne, Gaugin, Fray Angelico, Rubens... No podemos creernos lo que vemos, y nos queda el regusto de haberlo descubierto así, accidentalmente. Las salas están casi vacías de público, nada comparable a la National Gallery, donde hay que pegarse codazos para ver los Girasoles de Van Gogh. Vamos de sala en sala sin poder creernos lo que estamos viendo.
La exposición temporal también nos deja asombrados. Se trata de las acuarelas de GEORGIANA HOUGHTON (Las Palmas, 20 de abril de 1814 – Londres, 1884) una artista victoriana británica, espiritista y medium. Entre los años 1860 y 70 produjo esta sorprendente serie de acuarelas abstractas asegurando que estaba guiada por varios espíritus, entre ellos varios artistas del Renacimiento, Ticiano o seres superiores angelicales. En 1871 expuso 150 obras en la New British Gallery, en Bond Street, ante el público perplejo de Londres. La exposición resultó un fracaso comercial y la dejó en la quiebra. Continuó pintando pero su trabajo no se llegó conocer. La muerte de sus padres y de sus protectores familiares la incitaban en su objetivo de comunicarse con los muertos. Se hizo fotógrafa para captar con la cámara fotográfica sombras y signos de otras vidas, ajenas a la suya. Murió en la pobreza en 1884 en Londres. La mayoría de sus obras recalaron en la Unión de Espiritistas Victorianos de Melbourne (Australia), donde fueron enviadas para una exposición que no se llegó a realizarse. Algunos críticos consideran que su pintura, de haber sido conocidas y difundidas, se hubiesen adelantado a Wassily Kandinsky y sus teorías del arte abstracto de 1910 y Georgiana hubiese sido la fundadora de este arte en lugar del ruso. Pero, a diferencia de Kandinsky, la canaria vivió en la oscuridad del espiritualismo en la época victoriana en Londres. Al igual que hizo ella en 1871 la galería ofrece al público lupas para examinar con mayor atención las pinturas, que están llenas de detalles y líneas hechas a base de puntos minúsculos. ¡Alucinante!
En la tienda, que visitamos a continuación, hay una dependienta española que nos explica que este museo es "la joya más desconocida de Londres" y que los conservadores del museo, al recibir un email con la obra de Georgiana, y antes de saber quién era, pensaron que era de un pintor de los años 60 después de un tripping.
Vamos desde allí hacia el BIG BEN y Westminster, volvemos a ST. JAMES PARK, donde nos entretenemos con las ardillas.
Hay una luz preciosa, y el parque está muy animado.
Hoy queremos ver Londres de noche, así que hemos reservado mesa en un restaurante chino de Chinatown para cenar y celebrar así el cumpleaños de Carlos, que estaba solito en su día, así que vamos hacia Piccadilly, y tras la cena volvemos por la zona de los teatros, justo donde se representa LOS MISERABLES desde hace más de 30 años.
Volvemos a casa en autobús, pasando por la iluminada y animada Oxford st., viendo londres de noche, como queríamos. Un magnífico fin de un día inmejorable.