domingo, 21 de agosto de 2016

DÍA 21 DE AGOSTO

Primer desayuno londinense. La casa de día es aún más bonita que de noche, tiene muchísima luz, ya que la cocina tiene un gran ventanal al jardín y el techo también de cristal. Está en la zona de BAYSWATER, un barrio de blancas fachadas tipo Regency, con escaleritas y columnas a la entrada de las casas.

Salimos con destino al BRITISH MUSEUM.



Hay una exposición: Sunken cities: Egypt's lost worldssobre ciudades del antiguo Egipto que están sumergidas bajo el agua.
Entran los niños con una tarjeta que lleva Rocío para trabajadores de los museos, con la que no se paga nada, y mientras tanto nosotras nos vamos a las salas de Egipto, ya que el museo es gratuito, después de disfrutar un rato del fantástico hall de entrada, con la cúpula de cristal y, por supuesto, hacernos miles de "selfies" para inmortalizar el momento.



La parte egipcia es impresionante, hay momias de todo bicho viviente: de gatos, vacas y, por supuesto de personas, con sus sarcófagos completamente decorados, y en vitrinas se muestran los útiles y joyas que acompañaban al finado en su último viaje. Las joyas sobre todo son de una finura y una modernidad sorprendentes.

Cuando salen los niños entramos todos a ver los maravillosos relieves asirios, con el león herido y el enorme "espíritu protector". También vemos los frisos del Partenón. Pero de pronto nos encontramos con otra atracción inesperada, una señora completamente vestida de rosa y blanco, con un sombrero con rejilla. Por supuesto nos hacemos una disimulada foto con ella, ya que es una cosa tan digna de ver como cualquier momia egipcia.

Impregnados de tanto arte cogemos la línea de metro color negro (Northern Line) y llegamos a la Camden Town Station para salir directamente a la calle en Camden High Street. Vamos a callejear por CAMDEN TOWN, que alberga uno de los mercados callejeros más famosos y extravagantes de Londres. 

A un lado y otro de Camden High Street los edificios de ladrillo son una composición de colores nada monocordes. En sus fachadas se puede ver un avión boca abajo, unas zapatillas gigantes o unas piernas apretadas por un pantalón negro que simula el cuero. La estética es un poco parecida a nuestra calle del infierno. Todo vale con tal de ser el más atrevido y atractivo a la vez. Porque cada tienda es un reclamo diferente hecho para gente diferente.

Está atravesado por el REGENT'S CANAL, una zona preciosa, con exclusas por donde pasan barcazas. Hay dos mercadillos seguidos, primero The Camden Lock y luego Market Stables. Se mezclan los puestos de ropa de segunda mano y artesanía de todo tipo con los de comida de muchos países del mundo. Es un laberinto de callejones. Allí comemos, después de pateárnoslo todo. Es un hervidero de gente de lo más variada, todas las tribus urbanas están allí, punkies, hippies...

Seguimos nuestro periplo en metro hacia PICCADILLY CIRCUS. En un teatro están representando Harry Potter y el teatro está muy adornado.



La plaza tiene una historia muy curiosa, que cuenta Enric González en su libro "Historias de Londres": hay que remontarse al reinado de Victoria. En 1886 se constató que el pequeño, bonito, y realmente redondo, círculo de Piccadilly se había convertido, tras la rápida expansión hacia el oeste, en el epicentro de Londres. Se creó una nueva avenida, lo que hoy es Shaftesbury Avenue, bautizada así en honor del Earl de Shaftesbury, un filántropo Victoriano que había tratado de mejorar las condiciones de vida de las prostitutas y los indigentes del contiguo Haymarket. Las cosas se complicaron cuando un comité de ciudadanos y el ayuntamiento decidieron ampliar el homenaje a Shaftesbury con un monumento alzado sobre una fuente, que fue encargado al escultor Sir Arthur Gilbert, que decidió que la memoria del noble filántropo merecía pasar a la historia con la imagen del Ángel de la Caridad Cristiana, y diseñó un querubín desnudo. Sin embargo el angelote no apuntaba al cielo, sino a la tierra. Y en su arco no había ya flecha alguna. Al conocerse los primeros bocetos, las malas lenguas —estimuladas al parecer por confidencias del propio escultor— difundieron que la estatua encerraba una broma sobre la impotencia del filántropo. La fuente fue durante décadas objeto de burla, ya que fue diseñada como una gran fuente, pero los recortes (¡también entonces había recortes!!) la dejaron en una fuentecilla que salpicaba a todo el que se acercaba.

Sólo hay anuncios en un lado, porque los edificios del otro lado se alzan sobre terrenos de la Corona.



Los niños se meten en Lillywhites una gran tienda de ropa de deporte, y nosotras nos vamos hacia la Royal Academy of Arts. En cuanto cruzamos el arco de entrada nos damos cuenta que allí hay otro tipo de gente, muy diferente al circuito turístico. "Otra división", como dice Rocío. Hasta el personal de sala tiene otro aspecto más culto y cosmopolita.

Hay una exposición colectiva donde se puede comprar la obra, hay algunos cuadros que tienen hasta quince puntitos rojos. Pero la gran exposición es David Hockney RA: 82 Portraits and 1 Still-life. Se trata de 82 retratos de personas cercanas al autor, todas realizadas con el mismo formato, el mismo color de fondo y sentadas en la misma postura. Es curioso cómo todos reflejan la personalidad del retratado, tan diferentes unos a otros. A la salida nos sentamos en la plaza, donde hay un bar, y todo el mundo parece un personaje de Hockney.

De allí nos vamos a Fortnum and Mason, una impresionante tienda de varias plantas, domde se compra té, galletas y otras cosas de la casa, a unos dependientes con chaqué. Rocío compra té a granel, las dependientas sacan unos preciosos botes metálicos, vuelcan el té en un colador plateado y lo meten en unas bolsas con mucha ceremonia. Muy british todo. 

Vamos caminando por Picadilly St, hasta la IGLESIS DE ST. JAMES. En el jardín hay un café y allí nos sentamos a tomar un té mientras vienen los niños. El camarero es español y muy amable. Tiene un jardín pequeñito pero muy agradable, con fuentes y esculturas, creo que antiguamente era el cementerio. La iglesia es sobria, cuando entré había unas diez personas cantando, y un hombre tumbado a lo largo de un banco roncando más alto que todos los cánticos, aunque nadie se inmutaba.

Cuando al fin llegaron los niños cargados de bolsas nos zampamos los bocadillos de jamón que llevábamos.


Continuamos caminando por la calle cuando escuchamos un estruendo de coches y rugir de motores. En Picadilly Circus había como una concentración de coches de lujo macarras, un ferrary, por ejemplo, forrado completamente de terciopelo negro, otros deportivos de colores chillones. La mayoría de los dueños eran como indios. No sé qué sería eso, pero tenían la calle colapsada.

De allí nos vamos a COVENT GARDEN, uno de los distritos con más encanto de todo Londres. En esta animada zona los artistas callejeros se afanan por mantener un ambiente alegre mientras los visitantes recorren las tiendas y mercados, o disfrutan de un café en una de las agradables terrazas. Nos llueve por primera vez. Está lleno de gente, la mayoría árabes y los indios de los coches caros, que están aparcados allí. Hay muchas mujeres con burka o con el pelo tapado.


De vuelta a casa nos perdimos bajo la lluvia, alrededor del mercado hay tiendas muy chulas (ya cerradas). Cerca de casa paramos en el supermercado y cenamos en casa.